En esta lámina un círculo con tres corazones serpentinos es sobremontado por una cruz formada por un hombre y una mujer desnudos y asociados con diversos tipos de pájaros. La mujer parece tener un cisne en la cabeza y el pavo real en los pies, mientras que al hombre se asocian el cuervo y el ave Fénix. De esta manera expresa Basilio Valentin las fases de la cocción del REBIS, que tiene lugar en regímenes, y que se hacen con una sola materia, con un solo fuego y en un solo vaso. Sin embargo en la vía breve, como indiqué en la anterior clave, el proceso es oscuro y no se anima por las variaciones de color propias de la vía húmeda. Parafraseando a Fulcanelli: «a la inversa de la vía húmeda, cuyos utensilios permiten el control fácil y la observación justa, la vía seca no puede esclarecer al operador en un momento dado.. Todo sucede en el más profundo misterio en el interior de un crisol cuidadosamente cerrado enterrado entre carbones incandescentes.. Aquí al contrario, el viajero desprovisto de toda guía, intrépido hasta la temeridad, se interna en éste desierto árido y quemado… es un ciego que prosigue su camino sin otra esperanza que su confianza en la misericordia divina.» Así, regulando el fuego exterior, esperando en esta noche oscura del espíritu, sentado junto al Atanor Eterno, el artista vela su obra al igual que el ángel que aparece en el grabado de Durero «Melancolía», apoyándose en la fe y la confianza de que la Naturaleza, guiada por el Poder Eterno, lleve la Obra a buen fin, sin que él pueda intervenir en el mecanismo íntimo y oscuro del proceso.