En esta lámina aparece una hermosa imagen subrealista. Una joven mantiene en un pedestal una retorta de contenido oscuro que acaba en su cara, mientras en su mano sostiene un corazón florido. A su derecha aparece un león coronado con el sol sobre su cabeza. A la izquierda un personaje ígneo parece atizar el fuego con un fuelle. Mientras tanto el pequeño Eros dispara una flecha hacia el corazón de la joven. Esta imagen expresa la entrada en la segunda obra, cuyas operaciones preliminares son preparatorias de la sublimación alquímica. El Azufre aprisionado en la ceniza está aun en un estado vegetativo y latente. Es preciso activarlo a fin de que se manifieste como un fiero león en su esplendor innato. Es similar a una semilla mineral que debe germinar, para lo cual hay que imbibirlo con el agua adecuada capaz de activar el proceso que lo lleve a florecer. De esta forma, «matando al vivo (el agua mercurial) a fin de resucitar al muerto (el azufre)», el metal adquiere un poder vegetativo que lo hace apto para impulsar la Gran Obra. Esta operación requiere un fuego muy intenso, que sin embargo no debe alcanzar el punto de fusión. Realmente es una gran dificultad técnica el incorporal el espíritu de vida universal, simbolizado por Eros, en la ruda corteza que protege al Azufre. Los esfuerzos reiterados os aseguro que llegan a hacer sudar al artista que los emprende. Este proceso y el subsiguiente podrían ser descritos mediante un verso de la Aurea Catena:   Un abismo provoca al otro, juntos tienen un duro combate El volátil debe fijarse, agua y vapor devenir tierra, Y el cielo mismo ser terrestre, si no, no se engendra vida alguna. El mas elevado debe descender, y el de abajo subir. El fijo debe hacerse alado, agua y vapor ser la tierra. La tierra debe volar al cielo, mientras que el cielo se concentra en ella. Así se intercambian tierra y cielo, lo inferior devendrá lo alto: El dragón volador mata al fijo, y aquél sucumbe a su vez. Así llegarán un día la quintaesencia y sus poderes. En la vida del alquimista debe producirse un proceso armónico en el cual desaparezca el conflicto citado en anteriores mensajes entre las fuerzas terrestres que lo ligan al mundo y su deseo de elevación hacia el espíritu. Este punto de su existencia se caracteriza por una gran congruencia y sus actividades son en todo momento reflejo de sus ideales. Sin embargo no penséis que aquí ha terminado el proceso purificador. Siempre hay «un proceso de limpieza interior conforme se avanza a niveles superiores. La primera purga es la mas obvia y las siguientes son más sutiles.» No obstante la sensación de poder interno que se deriva de la congruencia y la voluntad exaltada, hace a muchos extraviarse. Se dan cuenta de que pueden dirigir a los demás y a veces se transforman en líderes de masas, llevando a otros hacia lo que ellos consideran su iluminación. Este peligro es sutil y puede distraer fácilmente de la continuación de la Obra.