En esta sexta lámina el Rey y la Reina, que se conocieron ya en la primera clave, tras un largo noviazgo lleno de incidencias, se disponen a formalizar su matrimonio, siendo bendecidos por un obispo. A la derecha, como siempre, aparece el sol, bajo el cual canta un cisne y arde un horno sobre cuya tapa hay una doble cabeza que sopla en dos recipientes. A la izquierda está la luna y otro personaje con el tridente de Neptuno que realiza una destilación en un alambique con capitel. El azufre vivo debe ser unido al mercurio vivo por medio de un intermediario, respetando las proporciones de humedad y sequedad. De esta unión espiritual nacerá un hijo que será el heredero legítimo de su reino y que se elevara sobre las nubes del cielo alquímico. Desde el punto de vista de la vía breve, esta fase se realiza mediante una operación física durante la cual se oye el canto del cisne, un curioso silbido que marca el éxito del proceso. Basilio Valentin lo describe poéticamente diciendo: «El hombre doble ígneo debe alimentarse de un cisne blanco; ellos se destruirán mutuamente y de nuevo volverán a la vida…. Entonces el cisne asado será la comida del rey, y al rey le gustará mucho la voz agradable de la Reina, la abrazará y con su gran amor se saciará de ella, hasta que desaparezcan los dos y se fundan juntos en un solo cuerpo». La unión radical del azufre y el mercurio engendra un hermafrodita sublimado de hermoso color, que permanece no obstante en su cuna, es decir en el disolvente que lo extrajo, requiriendo cuidados y alimentación hasta que su crecimiento lo conforte y haga suficientemente fuerte para emprender el camino en solitario. A partir de aquí se hace difícil la descripción de los procesos subjetivos, porque se inicia un nuevo orden de cosas que conlleva experiencias extraordinarias. Con frecuencia se desarrollan lo que algunos autores modernos llaman «estados alterados de consciencia», aunque más bien deberían llamarse «estados expandidos» de la misma. Inicialmente se produce durante breves periodos y luego con más frecuencia, una forma distinta de pensar que capta las cosas por simple aprehensión, sin tener que reflexionar sobre ellas. Es una forma de intuición que se asocia a una vivencia interna de trascendencia. La inteligencia abstracta se desarrolla y se abre la comprensión a la multiplicidad de significado de los símbolos. La visión del universo cambia hacia la percepción de una armonía manifestada por todas partes y por todas las cosas vivas. Aquellos que ya de por si sean de temperamento místico pueden tener experiencias de supremo éxtasis interior y percibir otros mundos antes ignorados. Otras constituciones de alma quizás solo se vuelvan mas lúcidas e incluyan las percepciones intuitivas en su orden de cosas. Externamente todo sigue igual, pero la personalidad cambia, lo cual puede resultar sorprendente para aquellos que antes nos conocían bien, pues nos ven diferentes aunque no saben exactamente porqué. En esta fase de la Obra los principios superior e inferior se unen armónicamente, haciendo entrever aquello que puede llegar a ser en el futuro, pero que aun permanece como una promesa, al igual que el arcoiris que lució en el cielo después de la tormenta del diluvio.