En la lámina once un león devora a otro, estando cada uno de ellos cabalgado por una joven que lleva un corazón en la mano, de los cuales parecen brotar el sol y la luna. Un caballero armado quiere acometerlos con una espada, mientras que al otro lado se ve una imagen un tanto cómica de varios leoncillos, que reciben cierto aire que surge de debajo de la cola del león principal. Esta lámina, pone de relieve algo que no se ha estudiado con profundidad y es el sentido del humor expresado a través de la Alquimia. Ciertamente a veces parece que los autores realmente nos toman el pelo con sus incongruencias, sus imágenes y sus textos. El humor y la risa tienen sin embargo su razón de ser y un propósito didáctico definido, pues con frecuencia es gracias al humor que captamos sutilezas sobre multitud de temas, incluyendo el propio autoconocimiento. Ya casi al final de nuestro camino podemos retornar a un texto de la primera clave: «Cuando el león esta saciado, su espíritu es mas fuerte que antes y sus ojos equivalen al sol, siendo su naturaleza interior mas fuerte para lo que se busca…. Esos diez hombres leprosos le siguen y desean beber de su sangre y de su alma, y los que son alcanzados por la enfermedad se alegran profundamente en su espíritu.» Los hombres leprosos podrían significar, entre otras cosas, los metales imperfectos, cuyo azufre débil puede ser fortalecido por el león hasta alcanzar su nivel de poder en un proceso transmutativo. Pero el león a su vez se debilita en esta especie de «transfusión», por lo que debe saciarse y regenerarse para no desaparecer. Ello nos lleva a la llamada «multiplicación de la Piedra» que permite potenciarla en cantidad y calidad hasta ciertos límites, pasados los cuales nos veríamos frustrados en nuestro deseo y seriamos realmente burlados por el destino. El procedimiento en vía seca consiste en repetir el proceso básico de la Alquimia; Solve et Coagula, con la Piedra según el procedimiento habitual descrito por Basilio: «Disuelve este azufre en su propia sangre , de la cual ha sido hecho antes de su fijación, según los pesos indicados en mi sexta clave. Entonces has disuelto y alimentado el verdadero león con la sangre del león verde. Porque la sangre fija del león rojo ha sido hecha de la sangre no fija del león verde, ya que ambos son de la misma naturaleza.» En esta fase ya próxima al final del trabajo, el alquimista contempla maravillado como operaciones que antes tardaban días en completarse, ahora lo hacen solo en unos minutos. La alegría es grande y supera con creces todo cuanto se puede experimentar con cosas mundanas. Es una especie de «ebriedad divina» . Cyliani describe este estado de ánimo al final de su obra: «¡Cuan grande y viva fue mi alegría¡. Estaba fuera de mi; me sentí como Pigmalión, me puse de rodillas para contemplar mi obra y dar gracias al Eterno…Múltiples ideas se ofrecían simultáneamente a mi pensamiento…finalmente acabé temiendo volverme loco de felicidad… Apenas pasaban algunas horas sin que me quitase el sombrero y elevando los ojos al cielo le agradeciese haberme concedido semejante dicha…. Sentí la necesidad de obligarme a hacer mucho ejercicio caminando por el campo, lo cual hice durante ocho horas seguidas. .. Finalmente me calmé, comprendiendo cuanto me exponía al hacer semejantes gestiones.» Realmente conviene retornar a un estado sereno y no dejarse llevar por el exceso de entusiasmo. Pasado cierto límite, la Piedra deberá multiplicarse solo en cantidad y no en potencia, para no arriesgarnos a malograr un resultado que probablemente se haya tardado toda una vida en conseguir.