COSMOGÉNESIS

3. LA MUMMIYA: EL ESPÍRITU UNIVERSAL.

“… Posee el hombre una extraña fuerza magnética sin la que no podría existir. Sin embargo, este magnetismo particular existe a causa del hombre y no el hombre a causa de él…”.

“… Por esa fuerza atractiva se introduce en el hombre lo que está en el medio exterior y así es como los seres sanos se infectan al contacto con los enfermos…”.

“… Esta fuerza, a la que yo llamo Mummiya, es de naturaleza sideral puesto que está en relación con las estrellas y de ellas atrae su fuerza al modo de un imán…”.

“… El hombre es nutrido por los cuatro elementos, pero también, aunque de forma más imperceptible por la Mummiya que reside y se derrama por toda la naturaleza y mediante la cual, toda parte individual atrae su nutrición específica hacia ella…”.

“Por eso se encuentran en el hombre todos los productos del Universo, sus minerales, su agua, sus cuatro vientos y todos los cuerpos celestes. ¿Existe algo en el mundo cuya fuerza no esté en el hombre? Toda la fuerza de las plantas y los árboles está presente en su cuerpo espiritual, al igual que los metales, los minerales e incluso las piedras preciosas. Si quieres un bálsamo lo encontrarás, si el antimonio, también, y todas estas substancias trabajan en él secretamente…”.

“En todo ser humano actúan dos tipos de fuerzas complementarias, aquella que trabaja de forma visible y evidente (Mulk), y aquella otra que lo hace de forma invisible (desde el Malakut), que es la Mummiya”.

“Toda herida visible que presente un cuerpo halla su curación en lo invisible (en el Malakut)…”.

“Así como el poder del lirio se difunde en su perfume que es invisible, del mismo modo, el cuerpo invisible produce su influencia curativa…”.

“… De la misma manera que el cuerpo visible realiza actividades maravillosas que los sentidos perciben, la invisible Mummiya posee una fuerza capaz de hacer prodigios admirables…”.

“… En esa Mummiya reside la verdadera fuente de la vida y el ser que la llega a poseer puede servirse de ella para detener y curar las enfermedades del prójimo si Allah se lo permite”.

“Yo que poseo la Mummiya, he obtenido por medio de ella, curaciones que diríanse milagrosas”.

Fragmento del “Kitab nar at-tanur” de Abu Abd Allah ash-Shamsi al-Andalusí.

La tradición alquímica llama Spiritus Mundi o Espíritu Universal a la manifestación consciente de la Fuerza creadora de Dios. Esta energía, a la que ash-Shamsi llamaba “Mummiya”, es esa “fuerza fuente de toda fuerza” a la que alude la Tabula Smaragdina, credo indiscutible de los alquimistas, es ese misterioso “Ruah Elohim” que “aleteaba sobre las aguas” , o como traduce San Jerónimo acercándose mucho más al sentido del hebreo original en el expresivo latín de la Vulgata: “super acquas incubebat”, es también el “Ave Rokho” de la tradición persa, el “Chi” de los taoístas y el “Ki” de los japoneses. La tradición islámica, lo llama generalmente “Ruh”, término que lo identifica con el hálito creador de Allah, y por ende con el “Verbo” primigenio antes de ser articulado en fonemas. La naturaleza de esta misteriosa energía, es de muy difícil identificación aunque verdaderamente puede llegarse, no solo a su conocimiento, sino incluso a su manejo, con la ayuda de Allah.

El mismo Corán nos habla de la dificultad que supone el conocimiento del Ruh en algunas ázoras:

“Te preguntarán acerca del Ruh, contéstales:

eso pertenece a la ciencia de mi Señor

y son muy pocos los que llegan a comprenderlo”

(…)